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¿Sabías que según un estudio de la FAO, un tercio de los alimentos que se producen para consumo humano se pierden o desperdician?. Eso equivale a 1.300 millones de toneladas cada año.

La pérdida y el desperdicio de alimentos representa además entre el 8% y 10% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, lo que contribuye a un clima inestable y a fenómenos meterológicos extremos como sequías e inundaciones.

Se ha estudiado que unas 267 especies de animales habían ingerido plástico, o se habían enredado en él. Estos microplásticos entran en la cadena trófica (alimentaria) hasta volver a llegar a nosotros en el pescado que comemos y alojarse en nuestro organismo.

Los consumidores somos el último eslabón de la cadena y no por ello menos importantes. Debemos tener como hábito las 4 “R”: Repensar, Reducir, Reutilizar y Reciclar.

A la hora de realizar la compra deberemos planificar nuestro menú (podemos hacerlo semanal o quincenalmente). Las improvisaciones hacen que compremos mal, gastemos más y nos alimentemos peor. Tenemos que comprar productos de temporada, ya que estarán en su momento óptimo de consumo. Si, además, escogemos productos locales estaremos favoreciendo la economía local.

Una vez que los alimentos estén en casa hay que clasificarlos en perecederos (son los de descomposición sencilla como carne, lácteos y vegetales), semi perecederos (permanecen más tiempo como los tubérculos, nueces y alimento enlatados) y no perecederos (no se deterioran con ninguno de los factores anteriores si no que depende de otro factores como la contaminación con otros elementos, su cocinado, siendo las harinas, pastas, azúcar).

Vamos a dar una serie de recomendaciones para evitar su desperdicio y evitar que nuestros alimentos se conviertan finalmente en desechos:

  • A la hora de preparar nuestros alimentos, concinándolos hay ciertas partes de ellos que desechamos porque por constumbres/hábitos no los utilizamos o no sabemos cómo utilizarlos. Esto sería un ejemplo de alimentos “potencialmente evitables”. Ejemplos de ellos serían: vainas de los guisantes, patas de pollo, tallos de verduras. Pordríamos mejorar nuestras habilidades culinarias, a través de cursos de cocina, recetas, etc.
  • Concinar los alimentos a punto de congelar o cocinarlos.
  • A la hora de servir la comida en el plato, poner la cantidad que se vaya a comer o incluso un poco menos y si queremos más, volver a servir.
  • Congelar la comida sobrante.
  • Reutilizar las sobras preparando otras recetas. Un ejemplo clásico sería la utilización del pollo sobrante para hacer croquetas.
  • Prepara batidos, mermeladas, conservas.

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