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El concepto de finanzas sostenibles nace a raíz del Acuerdo de París sobre el cambio climático, a la vez, surge la “Agenda 2015-2030” para el Desarrollo Sostenible de la ONU, siendo los pilares actuales del proceso de transición ecológica que estamos viviendo y que tiene como límite el año 2030.

Entendemos por finanzas sostenibles, aquellas decisiones de inversión que se toman valorando factores sociales y ambientales. En consecuencia, las entidades del sector han creado una serie de productos que integra una serie de criterios satisfaciendo las demandas de los clientes interesados en inversiones y adquisiciones más sostenibles y contribuyendo así a la transformación de la sociedad hacia un modelo de desarrollo más responsable.

En este proceso el sector financiero deberá asumir un compromiso acelerando y guiando los flujos financieros hacia los sectores y actividades compatibles con la estrategia de la descarbonización y, en general de la sostenibilidad. Esto supondrá un importante riesgo y oportunidad para las entidades financieras por lo que estas deberán identificar los nuevos factores ambientales que impactan en los riesgos tradicionales que activamente gestionan.

Si lo extrapolamos a la situación de Extremadura, más concretamente en su ámbito más rural. Desde la administración autonómica y local se comprometen a seguir y ayudar a los operadores financieros a conseguir los objetivos que marca la Agenda 2030 impulsada por la ONU.

Extremadura es una buena muestra de que la industria y las finanzas se retroalimentan pudiendo coexistir con una tierra que mira desde siempre por mantener su biodiversidad viva e intacta. Claro ejemplo de ello son las diversas empresas que existen a lo largo de su recorrido. Éstas empresas no suelen encontrarse en las grandes urbes de la comunidad, sino que su desarrollo productivo lo encontramos en sus entornos rurales. Son las propias entidades financieras operadoras de la región, las que observan que la mayoría de sus clientes  vienen de un entorno rural, observando que el tejido económico que podemos encontrar en pequeñas localidades extremeñas viene dado por el sector agro-alimentario.

Desde la administración pública y desde los operadores financieros se debe divulgar o expandir el mensaje y los objetivos a  conseguir por la  Agenda 2030, por ello concretamente desde los entes bancarios se deben dar los instrumentos necesarios a los clientes para conseguir un objetivo justo de finanzas sostenibles haciendo posible que sus inversiones cumplan con los criterios de la Agenda 2030.

Desde la administración pública se debe concienciar tanto a los clientes actuales y futuros a que un modelo de finanzas más sostenible es posible.

En Extremadura es claro que nuestro sistema y desarrollo productivo no es el mejor ni el que mas volumen tienen en nuestro país pero lo que si sabemos es llevar a cabo un modelo productivo en el que coexisten el respeto a nuestra biodiversidad porque gracias a ello podemos desarrollarnos productivamente. Los grandes operadores financieros son conocedores de esta cuestión por ello muchos de ellos están adoptando dentro de sus políticas de empresa el compromiso de establecer unas finanzas que realmente lleven a ser de verdad sostenibles.

El entorno rural de Extremadura puede llegar a ser un gran ejemplo de este tipo de finanzas en un futuro si seguimos por este camino.

En Adicae nos adherimos a los objetivos de desarrollo sostenible de la Agenda 2030, en este caso concreto sobre las finanzas sostenibles por ello tenemos el compromiso de seguir concienciando, informando y orientando a los consumidores de entes financieros.

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